Sunday 28 December 2014

Mi hermano

Ñaño es para mí una palabra extraña. En Cuba no se les llama así a los hermanos. Sé de más de uno que se partiría de la risa si se oyera llamar así. 

Soy hija única por naturaleza, por parte de madre y padre. Es una bendición cuando eres una niña chica y quieres toda la atención y los juguetes para ti, pero a medida que vas creciendo es más una maldición...aunque he visto relaciones entre hermanos que me han hecho sentirme aliviada por no tenerlos.

Cuando tenía alrededor de 3 años, mi madre conoció al que sería el amor de su vida y mi modelo de padre a seguir hasta los 18 años. Él fue el hombre que me crió, me inculcó valores y me ayudó a pasar por ese momento tormentoso que es la adolescencia.

Alejandro (que así se llama) tenía un hijo, que cuando mi madre lo conoció contaba con la edad de 19 años...16 más que yo y se llamaba Jorge Luis. Él no quería a mi madre pues albergaba la esperanza de que su padre volviese con la mujer que lo había criado desde chico, por tanto, tampoco quería nada que ver conmigo.

Pero yo desde chica he sido bastante testaruda y determinada y una tarde que estábamos en casa de los suegros de mi madre le dije: Mamá, ese muchacho no me habla" y a mi madre no se le ocurrió otra cosas que decirme: Háblale tú a él Kare". Dicho y hecho. Me fui para la sala con toda la determinación de mis 4 años, me le planté delante y le dije a bocaejarro: Hey, por qué no dejas de ver esa película y hablamos. Esa película no sirve".

Me imagino que debe de haber sido una escena graciosa para él ver a aquel comino de 4 años, con cerquillo y coletas como la niña de "Monsters Inc" espetarle eso así...a la cara, pues se echó a reír y cuando mi madre fue  a ver qué pasaba se encontró con su hija sentada sobre las rodillas de aquel (hasta entonces ) esquivo adolescente y enzarzada en una conversación animadísima.




De ahí  en adelante fuimos "mi hermano" y "mi hermana". Yo lo adoraba, veía por sus ojos y él me dejaba hacer lo que quisiese. Recuerdo que con 7 años enfermé de meningitis. Los dolores de cabeza eran horrorosos y no podía levantarla de la almohada sin llorar. Mi hermano fue una tarde, se acostó a mi lado y, con todas las ventanas cerradas, puso el proyector ruso mirando al techo para que yo no tuviese que mover la cabeza, y estuvo leyéndome películas hasta que quedé dormida.

A medida que fui creciendo la complicidad lo hizo también. Con la entrada en la pubertad vino la obligatoria charla "científica" de mi madre y de Alejandro sobre lo que eso implicaba en materia de riesgos y sexualidad. Una tarde vino mi hermano a casa, se sentó a mi lado y me preguntó: "Ya pipo te dio la charla?" " Pues bien, ahora yo te voy a dar la mía, la de la calle, para que el día de mañana no te engañe nadie y sepas asumir las consecuencias de tus actos" Y me habló como a un amigo o un colega...y se lo agradecí enormemente ya que nunca en mi vida he podido decir que me hayan forzado a hacer nada o que hubiese hecho algo por desconocimiento. Hasta ese punto llegaba el cariño y la confianza que nos teníamos. A mis 14 años y ya completamente desarrollada, seguía yo sentándome en sus piernas como aquel primer día.

Una noche de septiembre de 1994, estábamos Alejandro, mi madre y yo viendo "La Guerra de las Galaxias" cuando tocaron a la puerta. Era un policía. Venía a informarle a mi padrastro que mi hermano había tenido un accidente de tránsito. Mi padrastro palideció, nos dijo que le diéramos alcance después, se montó en el patrullero y se fue.

Nos vestimos en cinco segundos y nos fuimos para el hospital. Mi madre y yo especulando sobre cuál sería el alcance del accidente, si se habría fracturado algo o qué. Cuando llegamos al hospital la realidad superaba cualquier especulación. No se me olvidarán jamás las palabras que le dijo Alejandro a mi madre mientras la abrazaba: "Se nos muere el niño reina".

Mi hermano?? Muriéndose?? En mi mundo de 14 años  no cabía esa posibilidad. Mi hermano recién había terminado su licenciatura en Pedagogía y venía de hacer su guardia de fin de semana y esperaban en un semáforo con su esposa en bicicleta, cuando un camión, cuyo chófer venía borracho, se volcó de lado, y así impactó contra mi cuñada y ella le dió a él.

Por la situación económica del país en ese momento, las ambulancias demoraron mucho en llegar, y mi hermano, que tenía una fractura importante en la parte baja del cráneo producto del topetazo de la frente de su esposa, perdió sangre a raudales. 

A las 5 y media de la madrugada fallecía mi cuñada con solo 26 años. Mi madre, viendo mi estado de confusión y desesperación, decidió llevarme a casa de mi abuela y regresar al hospital. Allí pude dormir apenas pensando en que estaba en una pesadilla absurda y que despertaría en cualquier momento. Lamentablemente no fue así. A las 12 y media del día fallecía mi hermano, mi queridísimo hermano con solo 30 años y toda la vida por delante.

Este fue el golpe más duro que he tenido que soportar en mi vida. Mi mundo se vino abajo. Me sentía como un autómata. Mi abuela me vistió y fuimos a la funeraria. Todavía hoy no recuerdo bien quién estaba allí. Estaba medicada, medio grogui y completamente perdida. 

Cuando llegó el féretro y me acerqué a verlo, y lo vi, tan cercano y tan extraño...tan en paz que parecía dormido, fue cuando me golpeó la realidad y empecé a llorar terriblemente. Alguien me abrazó y yo solo decía: "Mi hermano, coño, mi hermano". Mi padrastro estaba destrozado, había envejecido 10 años.

Mi hermano era maestro y en la mañana vinieron decenas de sus alumnos a hacerle guardia de honor junto al féretro. En la sala de la funeraria no cabía un alma. Nadie reía como es normal en los velorios, nadie hacía chistes...casi nadie hablaba. La tragedia era muy grande.

Después de ese momento mi vida nunca fue igual. Tuvieron que pasar 5 años para que yo estuviera en condiciones de ir al Cementerio con mi madre, no podía escuchar la canción tema de la peli "Robin Hood" de Bryan Adams porque fue la última que vimos juntos y aún hoy el perfume de las mariposas me deprime pues la casa en esa época olía solo a mariposas.

A lo largo de los años el dolor se ha ido mitigando, aunque la ausencia no ha dejado de sentirse ni un solo día. Muchas veces me he preguntado qué aspecto tendría ahora, cuántos hijos, cuántas cosas habrían sido diferentes si estuviese vivo. Me he sorprendido pensando en que ahora tengo más años que él cuando murió, cinco más para ser exactos, y aún me siento en la flor de la vida...y me duele...me duele esa vida truncada prematuramente.

Por tanto fue lógico que cuando presenté mi tesis de graduada de maestra la dedicara a mi hermano, a mi ñaño..a ese que no conoció a su sobrino, que no vio a su hermana graduarse o casarse pero que siempre está conmigo: mi hermano Jorge Luis.

crédito de imagen:www.florerianataly.cl



Tuesday 16 December 2014

Y es Navidad...

 Y es Navidad otra vez. La época del año para pasarla en familia, con tus seres queridos,como no se cansan de recalcar todos y cada uno de los anuncios de la tele. Empiezan las comilonas en familia, el jamón serrano a chorros, los turrones, el rosco, el decorar el árbol. Las personas conocidas te encuentran en la calle y te dicen "Feliz Navidad" (en este caso Merry Christmas) y tú te pones la sonrisa de compromiso, das dos besos y respondes con un "Merry Christmas" que te sale a empujones porque no, para ti no es Feliz Navidad...no es Navidad siquiera.

Por qué? Pues porque estás lejos del sol de tu isla, del puerco asado en casa,de las cervezas Cristal o Bucanero bien frías, del vecino que te llama por el patio y te grita: Feliz Navidad vecina!!! Qué olor tiene ese puerco!!!"...de los amigos de la infancia que pasan por la calle y se detienen a felicitarte, a saber cómo estás, a contarte como piensan pasar el fin de año. Y tu madre...te falta sobre todo tu madre.

Tu madre convenciéndote para que acabes de poner el arbolito porque sabe que no soportas eso. Tu madre machacando ajos en un mortero para hacerle el mojo al puerco. Tu madre muerta de risa con dos cervezas solamente viéndote bailar música salsa sola en el medio del salón de tu casa. Tu madre cargando a tu hijo, abrazándolo mientras cantan cualquier canción de moda. Tu madre cortando el cerdo que las dos han cocinado con más imaginación que recursos. Tu madre y tú, cada una con una botella de sidra en las manos, acordándose de tu abuelo...de ese hombre genial más mágico que Santa Claus que hacía de las Navidades la mejor época del año. Tu madre llorando desde el otro lado del teléfono porque están a medio mundo de distancia ahora y pidiéndote que a las 12 de la noche busques la estrella más brillante en el cielo y pienses en ella, que ella hará lo mismo. Tu madre enferma, al otro lado del mundo, y tú que no puedes estar con ella.

Y entonces no, no quieres celebrar las Navidades. No quieres ir a las comidas en familia donde tu esposo está con sus padres, sus primos con sus padres y tú..sintiéndote más sola que nunca y teniendo que ser algo que detestas...HIPÓCRITA, porque tienes que poner esa sonrisa en tu cara y fingir que todo va bien. Porque tú la pasas mal pero no quieres que los demás lo hagan también.  Y esperar las 12 de la noche para escuchar la voz lejana de tu madre, hacer de tripas corazón para que no se dé cuenta de que estás destrozada y romper a llorar en cuanto cuelgas el teléfono.

Entonces, para mí no es Christmas....es solo la peor época del año, porque Navidades serán cuando despierte en la mañana del 25 y mi madre esté colando café y diciéndome con una sonrisa de oreja a oreja "Feliz Navidad mija".


Sunday 14 December 2014

Mamá

La palabra de esta semana tiene tela. Es la más fácil y la más difícil. Me ha costado tanto trabajo concentrarme en una historia que prefiero dejar mis pensamientos libres, dejarlos fluir.

Mientras somos pequeñas la primera heroína de una niña es su mamá. En ella nos fijamos, nos vestimos con su ropa, tratamos de maquillarnos a su manera. Luego, con la adolescencia, llega la rebeldía y están esos momentos en los que pensamos: ufff mamá!! Qué pesada que te pones!!!"

En mi tierra hay un dicho que para mí encierra la sabiduría del mundo: "No se aprende a ser buen hijo hasta que no se es padre". Y es así. Ahí es cuando comprendemos los desvelos de mamá, su mal humor a veces por sentirse desbordada por las situaciones de la vida. A mí me tocó aprenderlo de la manera más cruda: siendo madre y padre de mi hijo. 

Recuerdo esos momentos en que todo se me hacía cuesta arriba, en que no podía dormir porque el pequeño tenía confundida la noche con el día, cuando tenía que hacer magia para que el salario llegase a fin de mes y comer solo arroz para que él creciera sano y fuerte. Recuerdo también cual fue su primera palabra articulada...y sí, adivinaron...MAMÁ!!! Esa noche (porque fue de noche y tratando de que se durmiera) lloré cuando lo escuché decirme "mamá" así de clarito como si lo estuviese haciendo hacia meses. De ahí en adelante creo que es el nombre por el que más me han llamado y del que no me cansaré nunca.


Cuando al final llegó la hora de venir para Europa, a vivir con mi esposo y mi niño y fundar una nueva familia, lo más difícil de todo fue dejar a mi madre detrás. El día de la despedida fue desastroso. Las dos aparentábamos que todo iba bien pero estábamos destrozadas. No sé si lo saben pero soy hija única así que se pueden imaginar...a mi madre se le iba su mundo entero...su hija y su único nieto. Por más que, llegada la hora, traté de hacer las cosas más fáciles cuando el taxi tocó el claxon avisando que ya estaba ahí el mundo se nos vino abajo. Ha sido, por mucho, uno de los peores momentos de mi vida. 

Traté de quitarle hierro y tomarnos unas fotos...pero no había quien cayera en la trampa. La foto fue pura pose.

Esta es la última foto de los tres juntos antes de salir para el aeropuerto.

En estas fechas la palabra mamá para mí es sinónimo de tristeza y soledad ya que pasamos las Navidades cada una en un extremo opuesto del mundo. Y no es que aquí las fiestas no sean divertidas..es que son diferentes y además...falta mi compañera de asar el puerco, de tomarnos unas cervezas en lo que la yuca se ablanda y se hace el arroz moro y bailar música salsa en la sala de la casa.

Es por eso que el pasado año, que serían nuestras primeras Navidades separadas, mi madre me pidió que el 31 de diciembre, a las 12 de la noche, saliera al balcón, buscara la estrella más brillante y pensara en ella...que ella haría lo mismo y así, aunque fuera de pensamiento, estaríamos juntas.

Este año pienso hacer exactamente lo mismo...y quién sabe...quizá la estrella se compadezca de mí y pueda pasar las fiestas del próximo año con esa persona tan especial...con MAMÁ.



Monday 8 December 2014

Lluvia

Vengo de una isla que tiene solo dos estaciones propiamente dichas: verano y otoño. Sin embargo nosotros nos empeñamos en dividir el año en las cuatro concebidas estaciones. Lo que sí no falta en ninguna de ellas es la lluvia. Cuando está la primavera entrando, llueve...si el verano asoma...llueve...en el otoño no se caen las hojas de los árboles...pero llueve...y cuando el escaso invierno se anuncia..adivinaron!!! Llueve!!!!

Cuando digo lluvia hablo de esos torrenciales aguaceros que hacen que no se vea la acera de enfrente. De esa tromba de agua que, sin previo aviso, te pilla en plena calle, en un día reluctante de sol y te cala hasta los huesos en el transcurso de solo una cuadra (léase 100 metros).

Yo particularmente detesto mojarme en el aguacero con la ropa puesta y más aún los zapatos!!!! Ese sonido de plash plash que hacen los tennis cuando están empapados me pone de los nervios!!! Pero si estoy en casa, me encanta escuchar llover. Es como un arrullo que te invita a la cama, que te acuna, que te cierra los ojos.

Pero viviendo aquí descubrí que hay algo que me molesta más: la lluvia europea.Sí, leyeron bien...la lluvia europea. Y es que aquí no llueve con propiedad...aquí en vez de llover a cántaros durante dos horas y ya está, se la pasa la lloviznita todo el día...finita..pero pertinaz. Suficiente para estropearte pelo e indumentaria si vas a salir, hacer prácticamente imposible que el piso se seque luego de limpiar y, por supuesto, que limpiar sea un absurdo pues cada pisada (o huella en el caso de mi perro) se queda marcada como si a fuego fuese.





Pero esta no es la historia...esto son solo pensamientos en voz alta. 

El asunto es que mi prima hermana (la única que tengo) vive en Cuba, en la provincia de Villa Clara, en un pueblito que no aparece en el mapa y rodeada de las montañas que forman el macizo del Escambray. Es un lugar silvestre, que no tuvo corriente eléctrica hasta el 1996, que no tiene alcantarillado, donde las casas están pegaditas al río o a la montaña. Un sitio que para muchos sería un infierno, pero para mí, mientras viví en Cuba, era el mismo paraíso. Era el lugar perfecto para desintoxicarme de las ansiedades y prisas de la capital, para ir luciendo solamente unos shorts rotos y una camiseta, el cabello suelto, bañarme en el río y pensar EN NADA. 

Ahora bien, ese lugar paradisíaco tiene sus inconvenientes. Tradúzcase ranas ( a las que les tengo pánico), arañas y cuando llueve el fango hasta la rodilla. Mientras no llueva para mí todo está perfecto ya que las ranas se mantienen controladas y se puede caminar sin atascarse en el lodo. Pero, como al que no quiere caldo le dan tres tazas, cada vez que voy a Ranchuelito (que es como se llama) rompe a llover. 

No importa si hay una sequía de cuatro meses, solo llego yo y llueve...pero con ganas!!! De hecho, el esposo de mi prima espera siempre con ganas que yo haga entrada triunfal en Ranchuelito porque así sus cultivos de arroz salen más que beneficiados (como sabrán el arroz necesita mucha agua para crecer). Una vez hasta me prometió que si lograba que lloviera por más de dos horas me haría los tamales de maíz que tanto me gustan. De más está que diga que me comí los tamales.

Pues bien, este verano mi esposo, mi hijo y yo fuimos a Cuba para que él conociera a mi familia, y , por supuesto, fuimos a Ranchuelito. Hacía un día radiante, sol, cielo azul, el verde del campo y el puerco asándose en púa para acompañar las cervezas frías. Todo a pedir de boca!!!!




¿Demasiado lindo para ser real, verdad?  Pues sí...porque a la hora de estar allí el cielo se cerró, aparecieron nubarrones negrísimos y rompió a llover como si fuera el diluvio universal. Y a correr todo el mundo a tapar el arroz moro, el puerco que se mojaba, la leña que se apagaba y todo eso chapoteando a través de los charcos que se formaban aceleradamente.





Al final todo se resolvió porque había ganas de divertirse y salud para hacerlo pero me quedó al menos la compensación de que, aún viviendo fuera de Cuba, no he perdido el toque!!!