Tuesday 23 September 2014

Una voz en la multitud.

¿Cómo te sientes? ¿Te estás adaptando? ¿Te gusta aquí? Eran las tres preguntas recurrentes que me hacían todos los que me querían (y los que no tanto) durante los primeros meses de mi nueva vida en Europa. Yo me quedaba casi en blanco...esforzándome en esbozar una sonrisa e inventar una respuesta que no lastimara a los que me apreciaban ni contentara a los que no. Porque verdaderamente...la respuesta 100% honesta era que me sentía más perdida que un protagonista de Lost...más que una pulga en un perro de plástico vamos.

Y es que durante los primeros días todo es novedad: las calles, las casas, los olores, la comida...la tecnología. Pero cuando pasan los días y caes en cuenta de que esta es tu nueva vida...de que no hay marcha atrás te entra la ansiedad...el no saber qué hacer con tu tiempo..ni qué decir. Empiezas a odiar las mismas calles que admirabas al principio, los programas de la tele te desesperan y la nostalgia comienza a jugarte malas pasadas que se traducen en extrañar las carencias, el calor insoportable, las calles ardiendo bajo el sol implacable, los cuatro canales de TV y sobre todo tu idioma...y más que el idioma..EL ACENTO. Porque donde vives se habla español pero no el tuyo y el inglés que siempre adoraste ahora te agobia.

En ese estado de desencuentro me hallaba a principios de año cuando mi esposo (que se merece una medalla de oro a la paciencia) me sugirió que saliera a caminar con mi hijo y nos fuerámos al parque infantil cerca de casa. Más bien lo hice por el niño que se aburría  luego  de la escuela. Nos abrigamos porque hacía frío y nos fuimos a la alameda. 

Allí estaba todo Dios con los niños. El parque lleno de madres rubias con sus nenes rubios hablando en inglés y solo en inglés. Esa circunstancia no mejoró mi estado de ánimo y, agarrando a mi hijo de la mano, subí hasta la sección más elevada del parque. Me senté en un banco viendo a mi niño jugar, ajeno a toda crisis existencial, feliz en su inocencia. 

Allí sí que no había casi nadie...excepto una muchacha también apartada y tecleando en su teléfono. Me llamó la atención su forma de vestir, diferente a la media, sus enormes gafas y su color de piel...más morena que yo incluso. Como no quería ser impertinente aparté la vista y volví a sumergirme en mis pensamientos hasta  que un sonido me sacó de mi ensimismamiento. Fue una simple frase, un llamado de atención al niño de la muchacha en cuestión..pero EL TONO!!! Esa chica era latinoamericana!!! No tenía dudas!!!

No lo pude resistir y me acerqué como una mariposa a la luz y le pregunté: Eres de Latinoamérica?? Nunca olvidaré la amplia sonrisa con la que me contestó: sí, de Ecuador. Y tú?

Bendito Dios!!! pensé. Nos sentamos juntas y empezamos a conversar, cada una devorando las palabras de la otra..escuchando el acento tan similar..las palabras..los significados. Fue como agua para el sediento escuchar aquella voz en medio de la multitud de sonidos que no me decían nada. Fue sentir como una fibra de mi corazón era tocada y como se derretía poco a poco mi soledad. Y lo más importante...la certeza absoluta del comienzo de una amistad verdadera.

2 comments:

  1. Siento como que dejaste ir algo que tenias encerrado dentro de ti con esta entrada. La verdad es que los momentos esos son durisimos, me acuerdo de los mios y a veces quiero llorar, pero bueno, muy importante que tuvieras tanto apoyo y muy importante de esa amiga que conociste, que aunque de un pais tan diferente a Cuba por lo menos compartimos el mismo acento y la idiosincracia de este lado del Atlantico.

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    1. Pues si Roberto. En esta entrada si me volque completamente. Fueron momentos muy duros que afortunadamente ya van pasando, aunque eso si
      Mi tierra la voy a extraniar siempre!!!!! ♡

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